Reseña: Cosas que ocultamos de la luz (Lucy Score)

Cosas que ocultamos de la luz, de Lucy Score

Serie - Knockemout 2
Editorial - Chic
Genero - Romántica actual
Puntuación ★★☆☆☆ (2,5)

Los chicos buenos no se enamoran de las chicas malas, ¿verdad?

Nash siempre ha sido el bueno de los dos hermanos Morgan. Es el jefe de policía de Knockemout y se está recuperando de un balazo. Desde entonces, aunque se empeña en ocultárselo a todo el mundo, su encanto sureño se ha visto ensombrecido por ataques de pánico y pesadillas.

Lina Solavita acaba de mudarse a Knockemout y es la nueva vecina de Nash. Inteligente y sexy, es la única que ve las sombras que oculta el jefe de policía. A Lina no le gusta el contacto personal, pero, por alguna razón, el tacto de Nash es diferente. Él también lo nota. Lástima que Lina tenga sus propios secretos y, si Nash descubre la verdadera razón por la que está en el pueblo, no se lo perdonará. Pero cuando Nash por fin decide lanzarse a por Lina, no se rendirá… incluso aunque tenga que enfrentarse a un peligro que casi acaba con él.

 

Opinión personal

La sinopsis de este libro, cuenta con una sucesión de alicientes muy capaces de enamorar con un simple vistazo. A grandes rasgos, su argumento es llamativo y sumamente atractivo, lo que le convierte en una novela tendente a convertirse, en una apuesta de lectura solvente, que no llega a decepcionar en exceso y cumple con el primordial objetivo de entretener, aunque si bien, se hace notar cierta falta de emoción en el relato a lo largo de su lectura.

Cosas que ocultamos de la luz, es el segundo libro de una saga, pero que no cunda el pánico, sus historias son autoconclusivas, por lo que se puede leer cada una de sus novelas de manera totalmente independiente, aunque todas y cada una de ellas están relacionadas a través de sus personajes principales. En el interior de este libro, se entremezcla la intriga con el romance, una fórmula de éxito dispuesta a sorprender, incluso cuando parece no haber rastro de novedad en su relato y este se deja llevar por el tradicional cliché reconocido de la romántica actual o también llamada, contemporánea. La historia de amor en sí misma, está fraguada a fuego lento, ya que se brinda especial atención a los sentimientos de sus personajes y a la evolución de estos mismos, aunque en verdad, la atracción y la tensión sexual entre sus personajes, es palpable desde las primeras páginas y ese es el eje vertebrador de su historia, pero aun así, resulta creíble su trama y no desentona con la naturalidad siempre buscada en el terreno del enamoramiento.

Tras leer el primero de los libros, si que se hacía un tanto difícil no caer rendido ante el inconfundible atractivo de Nash, un personaje sobradamente conocido. Se trata de un protagonista de ensueño, capaz de capturar cualquier mínima atención y centralizar la trama, su recuperación tras los acontecimientos vividos en el primero de los libros, le lleva a madurar y experimentar una evolución más decidida y personalista, algo que cautiva desde el principio. Su vulnerabilidad, logra entablar relación con el lector, conectar con él a través de sus emociones e invitarle a realizar un viaje literario que, en ocasiones, pretende arañar el alma. Lina en cambio, parece construirse de manera opuesta a él, se trata de una chica cuya personalidad parece arrolladora y eso les convierte en una pareja que capta la atención, encarnado con ello un romance resultón y perfectamente convincente que en algunas de sus escenas se afana por brillar. Nuevamente y como viene siendo habitual en la autora, sus nuevos protagonistas, se ven acompañados de una corte de personajes secundarios, cuyo equilibrio y color acentúa su historia, jugando así un papel fundamental, a la hora de crear una atmósfera completa y madura.

Lucy Score, ha optado por dar forma a una trama lo suficientemente atractiva como para destacar, pero sin llegar a convertirse en una apuesta que cree del todo, una huella imborrable en el lector. A diferencia de la primera novela, que no obtuvo la mejor de mis calificaciones, este libro consigue brillar en algunas de sus páginas, por su historia delicada, cuidada y dotada de una pequeña dosis de erotismo y sensualidad perfectamente integrada en la trama, como viene acostumbrado el género y la temática. Es palpable su apuesta por la dulzura, pero su estilo de escritura sigue sin calar en mí y, quizás se trate, de la prueba palpable de que, quizás, sus historias no están destinadas a mí. A pesar, de no llegar a encandilarme del todo, si que resulta reseñable, su elegancia y su correcto majeo de los tiempos literarios.

Respecto al ritmo, si que quizás sea el aspecto en el que más cojea y el que inclina la balanza a calificar su lectura como ciertamente negativa en su mayor parte. Se trata de un libro con cincuenta y un capítulos, que peca en ocasiones, de ser demasiado denso, su ritmo se ralentiza en una sucesión de capítulos no demasiado concisos, tendentes quizás a alejar al lector e invitarle a realizar descansos entre su lectura. Su escasa complejidad no deja de rodearse de escenas cargadas de descripciones vagas, que incrementan una extensión, que a veces sobrecoge al lector y hace que se eche en falta una sencillez menos ornamentada, aunque en verdad, hacia sus últimas páginas, se observa un cambio, una agilidad que, sin duda alguna, favorece su despedida, llegando incluso a enternecer gracias un epílogo extenso, lleno de delicadeza y la mejor de las ambientaciones románticas, un adiós que por tanto, trata de limar asperezas con el lector.

Cosas que ocultamos de la luz, es un libro romántico que puede llegar a convencer al lector más asiduo al género, pero al que le sobran unas cuantas páginas. Aunque si que en verdad, alcanza un nivel básico de entretenimiento, se nota la ausencia de una mayor emoción.